Tomar riesgos es parte de cualquier negocio, pero ¿Qué sucede cuando esos riesgos se convierten en amenazas reales para la estabilidad de una empresa? La diferencia entre el éxito y el fracaso radica en la capacidad de anticiparse y gestionar lo inesperado. En un entorno empresarial dinámico, donde los mercados evolucionan rápidamente y la incertidumbre es constante, reconocer y abordar los riesgos estratégicos y operativos no es una opción, sino una necesidad.
Desde decisiones estratégicas erróneas hasta fallos operativos inesperados, los riesgos pueden surgir de múltiples fuentes y afectar diversas áreas de una organización. Comprender su origen y diseñar estrategias de mitigación permite fortalecer la resiliencia empresarial y evitar crisis que puedan comprometer la continuidad del negocio.
En este análisis, exploramos herramientas y metodologías clave para identificar, evaluar y prevenir riesgos estratégicos y operativos. Los riesgos estratégicos están relacionados con decisiones a largo plazo y el modelo de negocio de la empresa, estos pueden surgir de cambios en el mercado, competencia, tecnología, regulaciones o decisiones internas que no se alinean con la estrategia general.
Los riesgos operativos se refieren a problemas en los procesos internos, como fallos en sistemas, errores humanos, o interrupciones en la cadena de suministro. Son más inmediatos y afectan la eficiencia diaria de la empresa.
Riesgos estratégicos en el entorno empresarial:
El riesgo estratégico se refiere a los efectos presentes y futuros que pueden afectar los ingresos y el patrimonio de una organización debido a decisiones comerciales equivocadas, una ejecución deficiente de estrategias o una falta de capacidad de adaptación ante los cambios del sector. Este tipo de riesgos puede derivar tanto de errores internos como de factores externos de gran impacto. Debido a su naturaleza crítica, requieren una gestión más rigurosa que los riesgos operacionales o aquellos inherentes al funcionamiento diario de una empresa.
Tipos de riesgos estratégicos que pueden influir en la actividad empresarial:
Aunque no existe una clasificación única, hay ciertos riesgos estratégicos recurrentes que pueden afectar a cualquier sector o ubicación. A continuación, se presentan algunos de los más relevantes:
- Riesgo reputacional: Se refiere a la posible afectación de la percepción pública de una empresa. Un caso representativo es el escándalo de emisiones contaminantes en la industria automotriz, que resultó en sanciones económicas y una pérdida significativa de confianza de los consumidores.
- Riesgo ambiental: La contaminación, ya sea por un incidente repentino o acumulativo, puede acarrear consecuencias legales y económicas graves para una organización, dependiendo de la normativa vigente en cada región.
- Riesgo de cumplimiento normativo y político: Una compañía podría enfrentarse a restricciones operativas por incumplir normativas locales o por cambios en las políticas regulatorias de un país que afecten su actividad.
- Gestión del talento: La escasez de profesionales especializados puede limitar el crecimiento empresarial, por lo que la retención de talento se convierte en un aspecto fundamental en la estrategia corporativa.
- Competencia del mercado: La saturación de un sector supone un desafío significativo para cualquier negocio, lo que exige diferenciación e innovación para mantener ventajas competitivas.
- Adaptación tecnológica: Ignorar avances tecnológicos o resistirse a la transformación digital puede provocar una pérdida de competitividad y afectar la estabilidad de grandes empresas.
- Factores económicos y financieros: Crisis globales, como la de 2008, pueden generar obstáculos para la ejecución de estrategias empresariales y comprometer la sostenibilidad de las compañías.
¿Qué es un riesgo operacional?
El riesgo operacional puede definirse como la posibilidad de sufrir pérdidas derivadas de errores humanos, deficiencias en los procesos internos, fallos en los sistemas o eventos externos imprevistos. Esta conceptualización, establecida en los acuerdos de Basilea II, excluye los riesgos estratégicos y reputacionales, pero sí abarca aspectos como el riesgo legal y tecnológico.
Tipos de riesgos operacionales más frecuentes:
Clasificar los riesgos operacionales con precisión resulta complejo, pues estos pueden afectar diversos elementos dentro de una empresa, desde la gestión de procesos hasta la interacción con el entorno externo. No obstante, los siguientes son algunos de los más comunes:
- Fraude interno: Se origina a partir de conductas fraudulentas intencionales dentro de la organización, como robos por parte de empleados o incumplimiento de normativas internas.
- Fraude externo: Implica pérdidas económicas ocasionadas por fraudes cometidos por terceros, como el uso de documentos financieros sin fondos.
- Deficiencias en seguridad y empleo: Comprende inconsistencias en contratos laborales, incumplimientos de normativas de seguridad en el trabajo y conflictos relacionados con indemnizaciones, diversidad o discriminación.
- Errores en la relación con clientes y gestión de productos: Pueden derivar de negligencias involuntarias que afectan el diseño de productos o comprometen la información de los clientes.
- Daños a bienes físicos: Eventos externos como desastres naturales o ataques deliberados pueden perjudicar las instalaciones y activos de la empresa.
- Fallos tecnológicos y operativos: La interrupción de sistemas informáticos y problemas en la infraestructura tecnológica pueden generar costos elevados y afectar la continuidad del negocio.
- Errores en la ejecución de procesos: Incluye fallos en la gestión de proveedores, registros incorrectos de clientes y deficiencias en reportes de obligaciones financieras.
Gestión de riesgos operativos en una empresa:
Todas las organizaciones, sin importar su sector, están expuestas a diversos riesgos operativos que pueden impactar significativamente sus resultados financieros. Para reducir posibles pérdidas, muchas empresas implementan sistemas de gestión del riesgo operacional, con el objetivo de minimizar la probabilidad de ocurrencia y mitigar sus efectos.
Este proceso sigue un marco de acción estructurado, respaldado por principios internacionales, como los establecidos por el Comité de Supervisión de Basilea. La gestión de riesgos operativos se desarrolla en tres fases clave:
- Identificación de riesgos: En este paso, se analizan factores internos, como la estructura organizativa, la gestión del talento y los procesos internos, así como factores externos, como avances tecnológicos y cambios en el entorno sectorial.
- Evaluación y análisis: Se realiza un diagnóstico detallado para determinar el nivel de exposición de la empresa, utilizando herramientas como matrices de riesgo para priorizar amenazas y establecer estrategias de mitigación.
- Monitoreo y control: Una gestión efectiva requiere un seguimiento continuo de los riesgos identificados, ajustando planes de acción según la evolución del entorno y las necesidades corporativas.
En esencia, este enfoque se basa en los lineamientos de la norma ISO 31000, que proporciona recomendaciones para una gestión eficaz del riesgo. Adoptar estas prácticas permite a las empresas fortalecer su resiliencia y mejorar su capacidad de respuesta ante imprevistos.
Etapas para la identificación de riesgos:
Detectar riesgos operacionales es un proceso clave para garantizar la estabilidad y el éxito de una empresa. Para ello, se deben seguir tres fases fundamentales:
- Análisis del contexto: La identificación de riesgos comienza con una evaluación detallada del entorno interno y externo de la organización. El contexto interno abarca elementos como estrategias corporativas, objetivos institucionales y estructura organizativa, mientras que el contexto externo considera factores políticos, geopolíticos y económicos del país y la industria en la que opera la empresa.
- Definición de criterios de medición: Una vez comprendidos los distintos escenarios de riesgo, es esencial establecer parámetros claros para su evaluación. La compañía debe determinar los niveles de amenaza dentro de cada proceso, evaluando cómo pueden afectar el cumplimiento de sus objetivos estratégicos y su misión corporativa.
- Análisis del riesgo y evaluación de impacto: Los responsables de gestión deben estudiar cada riesgo identificado, asignarle una clasificación, describir su origen y analizar sus posibles repercusiones. Este ejercicio facilita la identificación de soluciones y estrategias de mitigación, permitiendo cuantificar el impacto potencial en aspectos financieros, humanos, tecnológicos y de participación en el mercado.
Amenazas para las empresas:
Las organizaciones enfrentan múltiples amenazas que pueden comprometer su estabilidad y crecimiento. Entre los factores de riesgo más relevantes se encuentran:
- Pérdida de participación en el mercado: La competencia intensa y la aparición de nuevos actores pueden reducir la cuota de mercado de una empresa.
- Cambios en la normativa: Las modificaciones en regulaciones pueden afectar la continuidad operativa, generando sanciones o la revocación de licencias.
- Impacto ambiental: Las empresas deben gestionar su huella ecológica para evitar restricciones legales y daños a su reputación.
- Seguridad de la información: La fuga de datos puede provocar pérdidas económicas, sanciones legales y afectar la credibilidad de la organización.
- Riesgos operacionales: Errores humanos, fallos en sistemas o procesos ineficientes pueden generar impactos financieros significativos.
- Innovación y transformación digital: La incapacidad de adaptarse a nuevas tecnologías puede dejar a una empresa rezagada frente a sus competidores.
Estrategias para mitigar el impacto:
Para reducir la exposición a estos riesgos, las empresas deben adoptar un enfoque preventivo y reactivo:
- Monitoreo normativo: Realizar un seguimiento continuo de cambios legislativos ayuda a evitar interrupciones operativas y sanciones.
- Protección de datos: Implementar protocolos de seguridad informática reduce la probabilidad de fugas de información y fraudes.
- Gestión de crisis: Contar con estrategias de comunicación y manejo de imagen permite responder de manera efectiva a situaciones adversas.
- Innovación continua: Apostar por el desarrollo de nuevos productos y modelos de negocio garantiza la competitividad y sostenibilidad en el mercado.
Comprender y anticiparse a estos riesgos permite a las empresas actuar con rapidez y eficacia, asegurando su crecimiento en un entorno dinámico y desafiante. El riesgo no es algo que las empresas pueden evitar por completo, pero sí gestionar estratégicamente. Una compañía preparada para identificar, evaluar y mitigar amenazas tendrá mayores posibilidades de éxito en el largo plazo. No se trata solo de reaccionar ante las crisis, sino de anticiparse y desarrollar estrategias de prevención que garanticen la estabilidad y el crecimiento.
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Fuente: Boshell Norman, C. A. Riesgos estratégicos y operativos empresariales: Incertidumbre que impacta en las decisiones.
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